Viva la vida es el título del último cuadro que pintó la artista mexicana Frida Kahlo. En este cuadro, se puede observar un conjunto de sandias, algunas de las cuales se presentan cortadas de un modo provocativo. Una de esas sandías porta el nombre del mismo cuadro, además de la firma de la artista, el año y el lugar en el que fue realizada esta obra. A día de hoy, esta es una de las pinturas más significativas del arte mexicano.
La vida de esta pintora ha tenido una gran influencia en las artes de América Latina. Hay mucho que decir sobre esta artista, que se enfrentó a diversos desafíos para dedicarse a su vocación. Aunque la vocación de la pintura nunca hubiese podido consolidarse sin el desastroso accidente que la golpeó cuando tenía 18 años.
El autobús en el que viajaba fue impactado por un tranvía. A causa de este accidente, su columna quedó destrozada en tres partes, como también se fragmentó varios huesos. A pesar de la gravedad del accidente, Frida no quedaría impedida para caminar.
Lo cierto es que este accidente la condenó a permanecer mucho tiempo en reposo, siendo su cama el lugar donde más tiempo debió mantenerse. Durante este tiempo, la alternativa que tuvo para distraerse fue a través de la pintura. Y aunque ya había tenido ciertos acercamientos con el dibujo, fue solo a partir de esta etapa de su vida que encontró en la pintura una manera de liberarse.

El sufrimiento y su acercamiento al arte
El sufrimiento dejado por aquel accidente tendría una repercusión de por vida. A lo largo de su vida tuvo que someterse a distintas cirugías correctivas, que prolongaron aún más su sufrimiento. Mientras tanto, continuó sumergiéndose en el arte de la pintura, como una forma de explorar su alma. La artista llegaría a pintar más de 200 cuadros.
La actividad creativa de esta artista mexicana se enmarca dentro del género del surrealismo. Y es que son muchas de sus obras, donde todo parece tener el matiz de un sueño. Las imágenes se conjugan en el lienzo con distintas tonalidades, mientras ella suele aparecer de protagonista. Un ejemplo de ello son los cuadros: Sin esperanza, Hospital Henry Ford, El venado herido y Lo que el agua me dio.
Además de todo el sufrimiento físico que vivió ella derivada de aquel tremendo accidente, Kahlo se enfrentaría a uno mayor, que ella catalogó como el segundo gran accidente de su vida. Un accidente que tenía nombre propio: Diego Rivera. Este hombre fue un reconocido pintor mexicano, con quien se casó y en esta relación él le sería muy infiel. Al drama emocional de las infidelidades se sumarían los dos abortos que la pareja tuvo que sufrir.

Un símbolo de resistencia y feminismo
Por donde quiera que se le mire, la vida de Frida Kahlo está salpicada de dolor. Tanto el sufrimiento físico como emocional están latentes en ella. Sin embargo, hay en su espíritu, en su naturaleza, una actitud de guerrera que sigue causando admiración en las masas y, por supuesto, en el movimiento feminista.
Quizá también en ello haya influido su cultura mexicana. Una cultura que proyecto a través de sus vestuarios tradicionales e indígenas de México. En sus pinturas, es muy común verla vestida con trajes campesinos, o bien, aquellos que aluden a las tradiciones ancestrales del país mexicano. El colorido de estas pinturas, sumado también a la joyería con que se adornaba, fortalecían en ella su forma de enfrentar la vida.
Su actitud de lucha frente a la vida misma es lo que más la ha glorificado hasta nuestros días. Acercarse a su obra es reconocer la integridad de una mujer que no se deja subyugar, que resiste, que afronta el caos que puede representar los caprichos del destino.
Por eso, su obra es una exploración constante de aquello que la amenazaba, aquello que la tentaba y la desafiaba. En cierta ocasión, cuando se le preguntó la razón por la que su obra era tan biográfica, ella respondió que obedecía al hecho de que “soy la persona que conozco mejor”.

Frida y la actualidad
A día de hoy, la vida misma de Frida, tiene un enorme peso como personaje de la cultura latinoamericana. Puede que nunca te hayas atrevido a conocer su obra, pero su rostro y la profundidad de sus ojos, tienen tanto peso como la misma sonrisa de La Gioconda de Leonardo Da Vinci. La belleza de ese rostro resistente a todo, tiene un valor tan universal como lo es su famosísimo cuadro Viva la vida.
La artista mexicana decidió cerrar el ciclo de su vida, demostrándole al mundo y a las generaciones futuras, que pase lo que pase, podemos reivindicar nuestra existencia con todo lo que la Vida tiene por proporcionarnos.
El color rojo de una sandia, el color verde los pastos, la inmensidad del cielo azul y el color café de la tierra, son los elementos que toman protagonista en dicho cuadro. Y es eso lo que Kahlo nos expone con esa última obra: es su carta de despedida y su afirmación de que no importa lo que suceda, siempre podremos afrontar el peso de nuestra existencia.
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